LA VIOLENCIA Y LA EXCLUSIÓN EN GUATEMALA.
Guatemala ha tejido la cultura de la violencia y exclusión a lo largo de su historia. Como muchos pueblos en el mundo, sus primeros habitantes afirmaron su civilización a partir de la guerra con otros pueblos y luego fueron dominados por las brigadas españolas. En la conquista, la violencia sexual en contra de mujeres indígenas dio lugar al mestizaje cultural. El mestizaje cultural dio lugar al racismo y el racismo generó la exclusión de pueblos al desarrollo económico y social que comenzaba. La Iglesia Católica en ese tiempo contribuyó con acentuar este sistema económico colonial, aunque también se levantaron movimientos y obras inspiradas por la compasión y caridad, pero sin aspirar a un cambio radical en el sistema político y económico.
Luego entró la independencia y más adelante la industria y la modernización en el siglo 19. Entonces la colonización se mutó en un sistema de explotación laboral agrario e industrial y la población urbana creció rápidamente. En ese período entró al país oficialmente la Iglesia Evangélica, actuando como un aliado clave de la economía liberal que se acentuó por medio siglo. Luego de la dictadura de Jorge Ubico comenzaron 10 años de turbulencia política y cambios en el modelo económico concluyendo con el Golpe de Estado de 1955 que marcó el inicio del conflicto armado de 36 años en el que perdieron la vida más de 250,000 personas. La Migración a los Estados Unidos se volvió masiva. Al final del Conflicto Armado el gobierno facilitó el retorno de miles de personas al país y su asentamiento en comunidades marginales bajo condiciones precarias. A más de 2 décadas de la firma de la paz, la Sociedad Civil se ha fortalecido y se han realizado reformas importantes pero el sistema político sigue siendo frágil, los partidos políticos son cambiantes y altamente vulnerables ante el Crimen Organizado.
Hoy día las pandillas son muchas veces sub-utilizadas por fines económicos aún más poderosos y organizados, el país sigue contando con cantidades innecesarias de armas y municiones y el Estado sigue siendo aún débil institucionalmente para hacer frente a desastres, problemas de salud y acceso a la educación, entre otros temas. Luego de varios gobiernos democráticamente electos, sigue prevaleciendo un modelo reactivo más que proactivo ante la inseguridad, por ejemplo, en el caso de la Tragedia del Volcán de fuego se evidenció la poca capacidad del Estado de articular esfuerzos de manera estratégica, anticipar riesgos coordinar como rector de la ayuda humanitaria, sobre todo las primeras semanas después de la tragedia.
Más recientemente, la crisis derivada de la Pandemia COVID-19 ha puesto al límite el desafío de articular esfuerzos y también ha revelado la fragilidad institucional del Estado afectando a millones de personas en Guatemala.